Hoy estoy esperando.
Mas, mi vida se va y yo sigo aquí.
No sé si tú lo sabes, pero creo que algo deduces al verme así.
Algo de mi se va contigo, y no es porque yo te lo haya regalado, sino que tú te lo has ganado, mi corazón se va contigo.
No tuvimos mucho, pero para ambos fue demasiado.
Una sonrisa, una mirada cómplice nos bastaba para estar felices por un día.
La timidez nos venció. Nuestro juego inocente murió.
Y te vas, y yo también me iré.
Recorreremos caminos diferentes, pero con la alegría que por lo menos, nuestros caminos fueron uno, al menos una vez.
Te doy mi fuerza... quiero que seas feliz.
Vive cada día como si fuera el último, y no pienses en mi, yo estaré bien.
Tu recorre tu camino, mientras yo espero.
...
Esperaré que mi corazón regrese.
¡Adiós y buena suerte!
Camino despacio por el pasillo y entro en mi habitación silenciosamente, cerrando la puerta detrás de mí. Abro un poco las persianas y dejo que entre un poco del reflejo anaranjado de las calles en la noche. Me mantengo quieta, mirando el haz de luz atravesar la habitación, absorta en pensamientos, cual de todos ellos más iluso. Todos en casa duermen, yo sigo despierta, un poco rendida otro tanto desilusionada de mi misma. Me siento en mi cama, hundiendo mi rostro en mis manos. Los perros ladran fuera.
Siento que me hago pequeña, agotada, luchando contra un tropel de sensaciones confusas. Tengo mi carácter débil, mi corazón agitado y un alma hambrienta. Mi pecho se aprieta, mis entrañas se estremecen de vacío. La culpa me golpea, me siento sola y arrepentida. Arrepentida de haberte mirado, de enterarme que existías, de devolverte aquel saludo, de notar tu rubor en las mejillas, de esperar verte, de sentir. Tanto tiempo desperdiciado en tu imagen, en tu recuerdo, y luego me doy cuenta que soy una verdadera estúpida, porque alguna vez creí que pasaría algo entre los dos, y me ilusioné, casi obsesivamente, recordando tan mínimos detalles y al pensar en ello, sonrío. Si, sonrío. Tal idiota enamorada. Frustrada, una sola pregunta viene a mi cabeza, luego de tanto tiempo sin que el amor toque mi puerta: “¿Porqué no pasó nada entre nosotros?” y no lo puedo entender. Tal vez te quise mucho, insisto, no debí haberlo hecho. Si, quizás por eso no pasó nada.
Sólo siento gravedad. No debiera estar sintiendo ni pensando todo esto. Ya sé que alguna vez dije que no quería pensar más en ti, pero las imágenes siguen atormentándome y pasan como una película en sepia por mis ojos y para mi desgracia no puedo sino convencerme cada día de que lo nuestro no pudo haber terminado tan así. En vano. Si sólo entendieras lo divino que creía nuestro encuentro. Fue como una aparición milagrosa, porque yo estaba dejando atrás un gran sufrimiento, luego me miras, sonríes y te gusto. Yo no quería verte, sabía que si me ilusionaba más de la cuenta saldría lastimada, pero a la insistencia de todos, sucumbí. Te miré, me gustaste, (quizás) me enamoré. Todo parecía planificado desde antes, todo finamente ensayado. Cada encuentro tenía ese toque mágico, eso que no tenía nada mortal, sólo esencia.
Aprendí a ser vanidosa, por el sólo hecho que tú me vieras linda. Femenina, graciosa, coqueta.
- ¡Wow, qué linda!- Le dijo una pequeña niña a su abuela al verme, un día cuando voy a tu encuentro. Yo sólo sonreí, complacida de que ella notara mi esfuerzo para que me vieras y te dieras cuenta de lo boba que estaba yo por ti. Tarado, nunca te diste por enterado.
Para luego, después de tantos esfuerzos, tantas fantasías creadas, tantas ilusiones, tantos sueños, nos viéramos otra vez, y notaras mi interés.
Yo te gustaba, se notaba a yardas, pero al momento de dar un salto más grande, te diste por vago y desechaste la mejor opción de tu vida. Claro, y yo así, como que nada ha pasado. Tratando de obviar todas las cosas que hice con tal de agradarte más. Finjo una sonrisa y digo: “Vale, no importa”, ¡Pero claro que me importa! ¡No luché casi por un año para tenerte como para darme por vencida! Y tal vez, estarás de acuerdo que esos mensajes subliminales que se nos presentaban de vez en cuando, diciéndonos lo bien que nos veíamos juntos eran sólo coincidencia. Incluso creo que si Dios pudiese haber sido más claro, nos hubiera puesto un letrero iluminado con excéntricas luces de neón, frente a nuestras narices dando por hecha nuestra relación.
Pero claro, nada se dio, y como todos dicen “Habrá sido por algo” ¡Vaya estupidez es esa! Era tan sencillo como, tú estás enamorado, yo estoy enamorado. Conclusión: estemos juntos. Pero no, claro, tú ahí echado, sin compromisos, un alma libre. Mientras yo estaba dando la cara, con las letras rayadas en mi frente: Loser.
¿Sabes lo frustrada que estoy desde entonces? Fuiste como la gota que rebalsó el vaso. Esa maldita historia inconclusa. No sabes cómo odio las cosas a medias y analizo en todo lo que quizás, entre conversaciones, por si hice/dije algo mal, pero siempre termino negando con la cabeza, diciendo ¡Pero si todo estaba bien! ¿Qué pasó entonces? ¿Porqué?
Entonces, después de todo, alucino con un “continuara”. Cuando salgo, creo que podré encontrarte al doblar una esquina, si mi celular suena y aparece un número no registrado, ilusamente me viene la idea que podrías ser tú y la verdad era que se habían equivocado de número. ¿No es patético? No me contestes, no es necesario que me lo digas, porque ya lo sé. Sigo tan ilusionada que hacia meses, pero con la idea fija que debo dejarte en el pasado para seguir avanzando, pero mientras los días pasan, noto que no hay ninguna evolución. Bueno, tal vez ahora siento un poco »¿Un poco?« de impotencia, de saber que no puedo hacer nada por ahora por que ya todo lo he hecho. Porque si, tengo algo de dignidad aunque no lo creas y sólo espero para ver cómo las cosas se irán desarrollando. Me cuesta tanto no ser yo quien controle la situación, porque la impaciencia y la ansiedad me dañan. Me daño yo misma, porque parezco obsesionada contigo, cuando no es tan así, sólo soy un alma frustrada que no entiende el por qué de las decisiones que muchas veces tomaste.
- ¿Sigues despierta?- Mi papá me da un susto de los mil demonios, abriendo la puerta a mis espaldas.- Duérmete, que mañana no te vas a despertar...- Me dice, para luego irse. Yo quedo con cara de pócker, viendo la interrupción. “Si no fuera por él...”
Cierro las persianas y me derrumbo sobre mi cama, jurándome a mi misma, por enésima vez en todo este tiempo, que debo dejarte en el pasado. Cierro los ojos, sin dejar de repetir “olvídalo” como tratándose de un mantra sagrado. ¿Pero sabes qué es lo peor? Sueño contigo. Dime ahora, cómo lo hago para dejarte atrás, si ni siquiera en sueños me dejas tranquila.
Haber si un día de estos, se te viene a la mente llamarme a mi celular, para corroborar así mis fantasías...
Sin querer me dejé caer en la vacía ilusión del momento, y no pude hasta la madrugada, darme cuenta que nunca he podido verdaderamente deshacerme del pasado, ni de mis sueños infantiles, que rozan con amargura mis inocentes sentimientos.
Tal vez, porque yo fui creada de las más irrisorias fantasías. Peco a veces de ingenua y confiada. Quiero creer que alguien, en alguna parte, aún cree en mi y siente lo mismo que yo ahora estoy sintiendo, pero ya es demasiado tarde y me hace dudar por si alguna vez encontraré a ese quien me haga renacer de las cenizas.
Creí alguna vez que los cuentos de hadas eran de verdad; pensé que existían la magia, que un día como cualquier otro, todos mis miedos se olvidarían envueltos en un abrazo, pensé que si lo miraba a los ojos, el cielo caería a mis pies, que los amores nunca mueren, que siempre, cuando hay amor del verdadero, los corazones se unirían hasta la muerte. Vaya estupidez. El amor sólo logra sufrimiento y una eterna condena a no olvidar ni la más pequeña discreción.
Y allí nos vemos, cuando el silencio no nos deja tranquilos, porque el corazón y el alma gritan desgarradoramente en el interior, cuando el mundo se ve envuelta en la sequía, nuestros ojos siguen derramando lágrimas, y una sigue ahí. Fingiendo que no pasa nada, esbozando una sonrisa cansada y pronunciando con falsas palabras “Ya lo olvidé”, porque no puedo olvidarlo y por más que quiera convivir con su recuerdo, no hallo quién quisiera ocupar su lugar, porque nadie es lo suficientemente perfecto para el cargo.
Y lo odio porque lo amo, hablo porque él se ha callado y busco porque él se perdió en mi vida.
Sé que me dejé llevar por un momento carente de sensatez, pero escribo igual que sangro, porque sangro todo lo que escribo, y sin ti a mi lado, siento que el mar guarda cada vez más barcos hundidos. ¿Olvidarte? No puedo ¿Dejarte en el pasado? Sin nadie a quien revocar mi afecto, todo se reduce a intentos.
“Y alguien gritó y todo se volvió silencio.”
Ahora, después de todo, quiero despedirme de ti. Quiero cerrar un ciclo, y qué mejor que dejarte en el pasado. Quiero vivir mi vida y lo haré sin ti. Ya no te quiero, ya no te recuerdo, ya no siento lo que alguna vez sentí. No siento rencor, ni tristeza, nada. Es lo que debo hacer.
Te deseo lo mejor, quiero que seas feliz.
Ojalá algún día te des cuenta lo que no supiste aprovechar, aunque dudo que sepas que alguna vez te quise.
Con cariño de alguien que nunca volverás a ver.
Adiós y hasta siempre.
Ella sostuvo la mirada, tratado de ver algo, tan sólo una pequeña expresión de arrepentimiento. Deseaba con tantas ganas que él se diera cuenta de lo estúpido que había sido, de que estaba equivocado, de que no encontraría a una mujer que lo amara más que ella. Azul, todo se volvió de un taciturno azul. Sus ojos parecían vidrio quebrado; No lo podía entender. ¿En qué se había equivocado? ¿Había hecho algo mal? Él giró sobre sus talones y se hundió entre las delirantes nubes de alcohol. Ella lo siguió, pero al estar absorta entre la espuma del licor, su mente empezó a imaginar que tal vez, él volvería a buscarla, porque él la amaba, si. Él de seguro la amaba, secretamente.
Los días pasaron y el eco de un adiós nunca pronunciado, dejó de susurrar. Una lágrima rodó por su mejilla sin poder retenerla. La barrió al instante, esperando que nadie la hubiese notado. ¿Porqué estaba llorando? Si, ella lo sabía, pero no quería afirmarlo. Tal vez era un malentendido, pero ya no podía negarlo. Quizás la imaginación jugaba un poco con los sentimientos, con las realidades y las certezas de su propia razón, pero nunca engañaba por completo al corazón. ¿Porqué nada funcionó? ¿Porqué él nunca regresó? ¿Porqué todo lo bueno tenía que acabar?
Una mano se posó sobre su hombro y ella volteó su cabeza ilusionada.
Azul, sólo azul.
Tal vez, tuve toda la culpa, pero no puedes negarme que el que salió perdiendo con todo esto fuiste tú, porque nadie te querrá tanto como yo lo hubiera podido hacer. Ahora yo tengo la libertad de amar a otros tanto o más que lo que hice yo contigo.
Vuelvo a pedirte disculpas, quizás no fui la mejor mujer que hayas conocido, pero intenté serlo por ti, porque fuiste la primera persona que de veras me gustó. Antes pensaba que si llegase a gustarme alguien debía cumplir con cada una de mis exigencias, pero me di cuenta contigo, que todo se reducía y ya nada valía la pena sino eras tú la persona quien tendría que estar a mi lado.
Todo lo intenté, pero nada funcionó.
Debo agradecerte, por ser al menos, esa persona que mantuviera vivo mi corazón, por hacerme sonrojar de improviso, por crear una sonrisa en mi cara al verte, por ser tú, el protagonista de mi mejor historia. Gracias, por dejar que yo cruzara tu camino y tú el mío.
Ahora, después de todo, quiero despedirme de ti. Quiero cerrar un ciclo, y qué mejor que dejarte en el pasado. Quiero vivir mi vida y lo haré sin ti. Ya no te quiero, ya no te recuerdo, ya no siento lo que alguna vez sentí. No siento rencor, ni tristeza, nada. Es lo que debo hacer.
Te deseo lo mejor, quiero que seas feliz.
Ojalá algún día te des cuenta lo que no supiste aprovechar, aunque dudo que sepas que alguna vez te quise.
Con cariño de alguien que nunca volverás a ver.
Adiós y hasta siempre.
Creo que no hace falta que diga que te extraño, aunque para ser sincera, debo reconocer que no es demasiado, y creo que es justamente, porque he aprendido a dejarte en el pasado.
Fue difícil, no lo niego. Lo que sentí por ti me pegó fuerte y dejó cicatrices imborrables. Te quise mucho, quizás demasiado, pero al menos fui sincera en reconocer mis sentimientos y no me negué a vivirlos como fue lo que sucedió contigo.
Me hubiese gustado que tú, alguna vez, hubieras dicho, hecho o sentido algo verdadero por mi, pero lo nuestro era desde el principio algo inviable. No debí hacerme ilusiones, pero no pude evitarlas, eras tan perfecto en mis sueños, que me negué a caer en la realidad de que tu no querías nada conmigo.
Es difícil ser conciente de la verdad, cuando lo que más deseas es una mentira.
Pero debo confesarte, que todo este tiempo, me mantuviste viva. Fuiste capaz de convertirte en una razón para superar los problemas, y de ser la fuerza que necesitaba para seguir adelante en un año tan difícil.
Lamento no haber sido lo que tú hubieras querido. No te imaginas cuánto quería ser la mujer de tus sueños, pero me era imposible. Me viste en mis peores facetas, en los días más malos de mi vida, por lo que era de esperarse que salieras huyendo de mi lado. Quizás tuve toda la culpa de que lo nuestro nunca hubiera comenzado. Pero fue justamente por eso, que estuviste al lado mío cuando nadie quería estarlo, lo que me enamoró de ti. Yo no esperaba a nadie, y te encontré. Era tuya y fuiste mío, sin que nosotros nos diéramos cuenta, hasta que sentí que mi corazón se amarraba al tuyo, y yo no podía seguir sin ti... A lo mejor, alguna vez, sentimos lo mismo. Pero ya pasó nuestro tiempo, y ya nada volverá a ser como antes.
Tal vez, tuve toda la culpa, pero no puedes negarme que el que salió perdiendo con todo esto fuiste tú, porque nadie te querrá tanto como yo lo hubiera podido hacer. Ahora yo tengo la libertad de amar a otros tanto o más que lo que hice yo contigo.
Vuelvo a pedirte disculpas, quizás no fui la mejor mujer que hayas conocido, pero intenté serlo por ti, porque fuiste la primera persona que de veras me gustó. Antes pensaba que si llegase a gustarme alguien debía cumplir con cada una de mis exigencias, pero me di cuenta contigo, que todo se reducía y ya nada valía la pena sino eras tú la persona quien tendría que estar a mi lado.
Todo lo intenté, pero nada funcionó.
Debo agradecerte, por ser al menos, esa persona que mantuviera vivo mi corazón, por hacerme sonrojar de improviso, por crear una sonrisa en mi cara al verte, por ser tú, el protagonista de mi mejor historia. Gracias, por dejar que yo cruzara tu camino y tú el mío.
Ahora, después de todo, quiero despedirme de ti. Quiero cerrar un ciclo, y qué mejor que dejarte en el pasado. Quiero vivir mi vida y lo haré sin ti. Ya no te quiero, ya no te recuerdo, ya no siento lo que alguna vez sentí. No siento rencor, ni tristeza, nada. Es lo que debo hacer.
Te deseo lo mejor, quiero que seas feliz.
Ojalá algún día te des cuenta lo que no supiste aprovechar, aunque dudo que sepas que alguna vez te quise.
Con cariño de alguien que nunca volverás a ver.
Adiós y hasta siempre.
Hoy me visto con la melancolía de mi vestido azul. Un tango se escucha a lo lejos, de una canción de un tierno amor de verano, de la historia de un tal vez, de tiempos añorados que nunca pasaron.
Camino bajo la luz de la luna llena, y la canción deja de sonar. Cinco segundos pasan, y mi vida vuelve a despertar. Un recuento de un año sufrido, de esos años que me gustaría olvidar. Pero sé que he crecido, y lo aprendido no se me irá jamás.
Las luces de navidad fulguran en mis pupilas, todo está embriagado de una ambigua alegría. Familias que recuerdan a quienes ya no están con ellos, personas que se obligan a creer que por una noche serán felices. En una noche donde lo mágico es ser todos uno. Donde no importa quién esta al lado, y piensas que tienes más hermanos, de saber que eres como el resto, pero eres especial por ello.
Sigo caminando, y un puñado de estrellas de fuego cuelgan en el cielo. Oigo como detonan, siento el nervioso temblor de mi cuerpo. Veo al final del sendero, pequeñas siluetas que cariñosamente se despiden de mi. No les devuelvo la seña, y sigo caminando sin siquiera mirarlas. Alguien sorpresivamente me abraza, y siento su calor calar al fondo de mi corazón. Parpadeo una vez, y ya no está. Sé quién era, y sé que me esperará en casa.
Sonrío, el tango se vuelve a escuchar. Un grupo de personas pasan a mi lado y se quejan de la vida injusta que les tocó vivir. Me río y pienso, que hay que ser positivos... Lo peor está por venir.
Llego al final del sendero y una persona me toma la mano, y me lleva más allá. Un lugar que estoy segura, que conoceré alguna vez.
¿Y sabían qué? Las siluetas no se despedían, me saludaban...
La rutina me absorbe desde dentro. Sé que todo se cae a pedazos alrededor mío, pero no quiero permitirme caer al igual que el resto. Soy fuerte, suelo decir, pero veo que ese adjetivo no se ajusta a mi. Cada vez se me hace más difícil seguir adelante, sabiendo que voy a tientas caminando en un sendero de infinita oscuridad.
Recuerdo que alguna vez vi a alguien de por ahí, que me invitó a creer que dentro de mi debilidad existía una fuente de fortaleza. Le creí, y empecé a confiar en él. Cree un camino junto el de él, y creí que ya no estaría más sola. La historia empezaría a formarse. Tiempo más tarde, él se fue. Y la historia terminó sin siquiera comenzar.
Sé que fue inevitable, que no podía hacer nada para que continuara cerca de mí. Traté de olvidarlo, y seguir con mi vida. Separar mi camino del suyo, empezar desde cero en la construcción de un mañana mil veces mejor. Poco a poco, mi vida volvió a ser la que era antes, aunque torpemente pensé que me iría mejor. Me equivoqué, pero no dejé que eso me afectara. Aunque cierta noche, advertí que lloraba sin saberlo y mi mente gritaba su nombre. No lo entendía, creía que lo había olvidado. Sabía desde dentro, que la historia bramaba por continuar. Un día lo volví a ver, y entendí que nunca lo había olvidado. Quizás ese era el mejor comienzo de nuestra historia, tan llena de comienzos, de coincidencias y de emoción. Luego, ya no volví a verlo, pero la historia ya tenía la primera línea escrita, del cómo la niña se daba cuenta que le gustaba él.
Sabía que yo le gustaba, o al menos eso intuía. Yo por mi parte, cada día rezaba para que él estuviera bien. Me gustaba, y eso me daba fuerzas. Raras veces sabía noticias de él, y eso me daba aún más temple. Mientras todos a mi alrededor decían que estaba perdiendo el tiempo, que quizás lo nuestro nunca funcionaría, yo tenía la fe de que todo era posible. A veces me sentía creando una historia sin principio ni final, sin un sentido, ni porqué, pero no permitía ahogarme en los problemas, y puse todo de mi parte para que todo llegase a funcionar. Cierto día nos volvimos a ver, y supe que estaba arrepentido por dejarme sola. Ese día lo quise tanto, más de lo que debería, más de lo que pensaba que podría. La historia volvía a escribirse, mi ilusión volvía a agrandarse. Pero pasaron los días y volví a caer en la misma rutina. Ya no estaba, y seguía yo con la esperanza de volver a verlo, pero los días seguían pasando, y un día de aquellos me di cuenta que había despilfarrado mucho tiempo enamorada de él. Quizás había tenido avances, pero nada era cuantificable, nada era concreto. Volví a llorar una noche, no porque le extrañara, sino que en mi mente se colaba la idea de olvidarlo, pero esta vez para siempre.
Pero por más que trato, sé que no estoy hecha para olvidarlo.
Backstreet Boys- Incomplete
Quizás estoy siendo egoísta, y simplemente pienso en mí cuando te digo que me estoy aburriendo de esperar.
He llegado esta última semana a tratar de negar tu existencia, de decir que ya no me importas, de pensar que te he olvidado, de encontrarme otro tú y fingir como si no hubiera sentido nada este último tiempo. Traté y traté de negar este amor tantas veces...
Pero no lo he logrado. No he podido olvidarte por completo. Sigues dando vueltas en mi cabeza, y no logro entender lo que me tiene amarrada a ti. Ilusiones nada más...
Tal vez no sea correspondida, pero creí que jugármela todo por ti valdría la pena, pero veo que no tomas en cuenta siquiera mi esfuerzo. Sé que el amor al final siempre duele... Pero sé que no me merezco esto. Si, quizás estoy picada, algo ansiosa, o inclusive resentida, al ver que las cosas no están saliendo, o mejor dicho, al tiempo que yo las esperaba... Qué fácil fue soñar....
Igual te quiero, a pesar de que no puedo entender lo que te tiene poniendo el freno, a pesar de que quizás me sigas viendo como una amiga, a pesar de que no te hagas el enterado de mis sentimientos, a pesar de que seas un inseguro y creas que te voy a rechazar... Igual te quiero a pesar de todo.
Espero que entiendas que no me rendiré hasta tener una respuesta...
Sólo necesitaré un poco más de paciencia y Fe.
Hombres, he tenido unos cuantos, pero no me enloquecían tanto como tú. (Cramberries)
Me diste un nombre y me marcaste con un halo alrededor de los ojos; y me di cuenta, como nunca antes, que el amor es una fuerza poderosa; porque me cambiaste, y ya no soy la solía ser.
Las distancias que nos separan se van haciendo cada vez más grandes, las calles se vuelven más ruidosas y los días más oscuros. Pero aún sigues en mi, como un legado de memorias, que siento cada vez más cerca, mientras escucho tus vanas palabras resonar en mi cabeza y te veo como cuando uno mira el fuego y desvía la mirada, y la imagen tuya se presenta, como si fuera aquella motita oscura y ciega que queda.
Porque sigues tan presente como hacia unos meses.
Sigues aquí conmigo, aunque no seas mío. Estás tan lejos, pero te siento tan dentro de mí. Paso las noches preguntándome qué hubiera sido, si hubiese pasado algo entre nosotros...
Y estás tan lejos, ignorando lo que siento.
Te has enredado en mis raíces, y ahora creces conmigo. Debiera dejarte ir, pero no puedo desprenderme de tu recuerdo: Eres la respuesta a todas mis dudas, la certeza de todas mis verdades...
...Y te echo de menos.
¿Te das cuenta lo que digo? ¿Puedes calibrar todo lo que he dicho? ¿Puedes cuantificar el esfuerzo de confesar todo esto?
Si. Quizás estoy enamorada, o algo loca tal vez, pero no me impidas sentir lo que siento. Soy patética. Pero si el serlo significa sentirte más cerca de mi, con orgullo llevaré el adjetivo en medio de mi frente. No me digas que esto es humillarme gratuitamente; Pues el decir que estoy enamorada, me hace la persona más digna que has tenido la suerte (o el infortunio, probablemente) de conocer en tu vida.
Has un pequeño esfuerzo, y escúchame cuando te digo que una de las cosas que más debo agradecer a Dios es tu llegada en mi vida.
¿Te das cuenta de lo que digo? Espero que sí...
Las emociones borbotean en mi pecho, tal como si la sangre hirviera por mis venas. Ganas de reír, deseos de llorar. Mis manos tiritan solas en busca de emoción. Las palabras son la única medicina para acabar con este mal de olas oníricas. Desahogar el cerebro con pletórico empuje. Crear, deseos de inventar. Torrente de ideas absurdas, incitadas por la inspiración. Curioso arte de vasto ingenio, surcando los mundos dicotómicos de la realidad y la ficción. Ganas de escapar, olvidarse de la subsistencia propia. Esconderse detrás de un ente ficticio. Garabatear situaciones, retratar personajes, esbozar emociones. Vestir el mundo con la palabra, hacer tangible aquello que se considera quimérico.
Porque mientras el mundo siga dando vueltas en su eje, y siga trasladándose abriendo paso a las estaciones, mientras cada amanecer se eleve el sol en el cielo y al anochecer las estrellas sigan colgando en su reino, mientras el viento siga surcando las planicies, mientras los días de la semana sigan siendo siete, mientras la humanidad siga odiando y amando a su prójimo.... La palabra estará aquí, para ayudarnos a desbordar aquello que sentimos, que somos, y que imaginamos.
Vivo detrás de escritos, del olor a tinta, del sonido de los golpecillos en el teclado, del rasgueo del lápiz sobre la hoja. Mi hoguera, mi nirvana, las letras. No podría vivir sin ellas, son mi alimento y empuje. Las palabras son mi único bienestar, lo que motiva a perfeccionarme en el arte. Sin la imaginación el mundo se hace un lugar aburrido, monótono y sin gracia.
Tal vez no sea hoy una gran escritora, ni lo sea mañana tampoco, pero una se va redescubriendo, puliendo cada grosero error literario, con el pasar del sinfín de las pruebas y errores, entre borradores y aciertos. Y entre intento e intento, uno va viendo lo que uno puede hacer, qué tan lejos se puede llegar hasta ser alguien más integral en la literatura. Pues no vale sólo el talento para ser bueno en lo que se hace, sino que se debe aplicar una gran cantidad de esfuerzo para lograr algo que pueda considerarse digno para el mundo....
El cielo ya empezaba a colorearse de finas pinceladas rosas, y doradas. La mañana se alzaba serena, mientras la fresca brisa matutina jugaba con la hierba, los gorriones cantaban, la suave fragancia a tierra húmeda bullía en el viento. Me mantengo callada, mirando el cielo, preguntándome desde cuándo terminé siendo lo que soy, estando como estoy. Me sentí enardecida, avergonzada. Mis lágrimas se agolparon en mis ojos, pero sigo imperturbable, muda. El silencio protege mi dolor, así que no digo nada. La aurora trae consigo su estela de melancolía. Ganas de llorar, momentos de gritar. Mi sangre se hace cada vez más espesa, el aire se vuelve cada vez más frío.
Sola, en medio de la nada. Ya no están, y de paso, ya no estoy. Se han ido, y me han dejado. Sola, en medio de tanta gente. Lo que un día juré tener, ya no lo tengo. ¿De qué sirve la vida si ya no están conmigo? Se van por un camino, y yo sola por el mío.
Falsas sonrisas, cotidianas conversaciones ¿Porqué no se dan cuenta? Encontraron la felicidad, pero sin mí. Rasgan mi dolor con sus dedos, no se dan cuenta, pero siguen haciéndome daño. Felicidad no compartida, viviendo lejanas a mi realidad, y mientras grito buscando consuelo, el mundo me da la espalda. El mundo tiene cosas mejores que hacer que consolar a una niña encaprichada.
Me evaporo como el agua, abstracta en el silencio. Busco algún rostro amoroso, alguien que me ayude a salir de mi estado. Tanta gente extraña. Tanto ruido, asfixiada en pensamientos. Lo único que pensé tener, se fue. Ahora vivo en las ruinas de lo que alguna vez fue mi edén.
Dejada a un lado, ignorándome sutilmente. Un simple “Hola” y ya luego un “Adiós”. Risas ajenas, diversiones lejanas. Cuantas palabras cruzadas, insinuaciones de tristeza destiladas entre pláticas matutinas. Ciegas en medio de la verdad, no se dan cuenta que a veces me hacen sentir sola.
Hipócrita, surcando en mi rostro la sonrisa serena de normalidad. Silenciosa, llorando por dentro. Incorpórea, me mantengo alzada mirando la aurora de la amistad morir.
Todos los días, mi corazón se rompe un poquito más.
Cuando abro los ojos, los siento arder. No quiero, pero sé que debo volver. La realidad me espera, y con sus brazos me empuja y me hace caer otra vez a ese torbellino gris de la monotonía. Me siento en mi cama, y escobillo mis ojos con mis manos empuñadas. Siento como una estela dorada cae de mi cuerpo y deja un rastro invisible para el mundo, pero que para mi no es indiferente: es la evidencia de que mi mundo existe, y que tuve que salir de allí a la fuerza. Mientras me visto, salgo de casa, camino por las calles, entro al metro... siento como mis ropas imaginarias se despojan de mi cuerpo, y se desgarran antes de caer al suelo. Todos los días, a cada hora, siento como yo voy convirtiéndome en una más. Una más, como el resto. Una más, del montón. Una más entre ellos, una menos yo.
La gente me mira pasar, yo sólo sonrío. Cuento las horas para volver a casa, encerrarme en mi pieza, y volver a ser, lo que siempre fui. Porque desde que quise ser alguien, no dejo de arrepentirme. Un rastro de lágrimas, por cada paso que doy. Soy una extraña más. Un rostro difuso. Un alma taciturna, que está en el umbral de la realidad y la fantasía, que se mueve confusa entre ambos mundos. Hoy la gente ya no piensa, se mueven autónomas ante las masas, mientras que almas como la mía, aún siguiendo la corriente, creemos que hay otro camino, un camino mejor. Nuestro propio destino. Pero seguimos adormecidos ante la rutina, y nuestras ropas siguen cayendo, desgarrándose, esfumándose...
Cae la tarde, y los rayos rojos, naranjos y dorados del astro rey, acarician mi rostro. Me recuerda que aún hay tiempo, que todavía puedo luchar por ser, lo que siempre he sido, y he enmascarado con tanto esmero. Miro a mi alrededor, y la gente se mueve al son del ruido de los gritos, y el trafico. Sólo un par de personas, entre las calle congestionadas, miran silenciosos el final de día. Y suspirando con melancolía, continúan camuflándose entre la gente. Y yo sigo su ejemplo, y me desaparezco en la masa. Llego a casa, y mi última ropa imaginaria, cae como seda a mis pies. Me acuesto en mi cama, y cierro los ojos. Mis seres imaginarios, vuelven a buscarme. Me invitan a unirme a ellos, yo les sigo. La imaginación logra cosas imposibles. Y ellos ríen, y yo rió con ellos. Encontré el lugar al cual pertenezco, mientras que en el mundo real, de números y seriedad, no hallo lugar entre ellos. Mis seres imaginarios se despiden de mi, yo vuelvo a despertar, y mis ropas imaginarias intactas, vuelven a caer... Se desgarran... Se esfuman...
Hubo un día en que sentí que mis emociones explotaron en mi pecho. En que sonreí al verte, en que el mirarte fue mi delirio.
Hubo un día en que el roce de tus manos en mi piel, dejaron una marca tatuada en mi alma. En que grité de felicidad al oír mi nombre salir de tus labios, en que al verte enmudecí de felicidad.
Hubo un día en que me estremecí al verte llorar, en que reí al verte sonrojar.
Hubo un día en que me gustaron las cosas que en algún momento me desagradaron. En que las flores dejaron de ser plantas, en que el cielo no fue más azul.
Hubo un día, que sentí que por tus ojos caía derrotada y ganabas la lucha de mi corazón. En que sentí que nunca más estaba sola, en que sentí que ahora éramos los dos.
Hubo un día que sentí que estaba enamorada de ti, y en que tú también lo estabas de mí.
Hubo un día en que juré quererte tanto, mientras tú retrocedías inseguro al verme.
Hubo un dí, en que lloré, porque no te vería más. En el que no quise seguir viviendo si no estabas conmigo. En que quise salir corriendo, y perderme en las calles, para no ver a nadie más.
Hubo un día en que te extrañé como nunca antes. En que el dolor traspasaba mi pecho, y ahogué mi voz para no gritar tu nombre.
Hubo un día que volví mi cabeza pensando en que te había visto, en que tú en la misma calle hacías lo mismo.
Hubo un día, en que nos encontramos, en que me miraste reprochándote lo tonto que habías sido. En que yo también me reprochaba a mí misma lo mismo.
Hubo un día, en que volvías a mi lado y en que yo ya me iba del tuyo.
El reloj no espera, y los minutos siguen corriendo silenciosos. Esperando atentos en que te des cuenta que los caminos que a veces tomamos no son los mejores. En que si no llegas a tiempo, el tren se va, con los sueños y fantasías que siempre anhelamos.
Anda, experimenta un rato. Yo estoy esperando a que vuelvas a mi lado, pero te advierto que no te esperaré por siempre.
Anda, pero no tardes.
Vuelve, pero que esta vez, sea para siempre.